«Sí, fui la puta de muchos, pero eran todos de mi nivel. Ahora soy la puta de mi sirviente».
La Señorita Julia, de August Strindberg, plantea como temas esenciales, tal cual lo establece el autor en su prólogo, el antifeminismo y los conflictos entre clases sociales.
Esta versión libre, que traslada la acción a Buenos Aires en 1957, año en que la Revolución Libertadora ya intuye su imposibilidad de seguir gobernando y se prepara para llamar a elecciones en las que el peronismo será proscrito, deja de lado estas variantes temáticas, y plantea su accionar dramático en la relación triangular entre Julia, Juan y Cristina, tomando como eje central las pasiones humanas.
La acción planteada hace eje en Cristina, a quien Strindberg no otorga personalidad definida, y que en esta versión cobra especial relevancia como motor impulsor de los acontecimientos desde su lugar de aparente espectadora.
Cristina, la gran titiritera de la obra, manipula al extremo la trama hacia la tragedia.
Ni Julia ni Juan son personajes de pueblo: una, de la burguesía nacional, y el otro, desde la pretensión aristocratizante, dos modelos de país que no han sabido integrarse. Cristina, que representa un sector del pueblo tan oprimido como víctima de resentimiento, lleva los sucesos hacia el extremo de donde los acontecimientos quieren ir.
La acción transcurre en una noche de carnaval porteño.